André Marie Ampère

Nació el 20 de Enero de 1775 en Lyon, Francia. A pesar de no haber asistido nunca a una escuela, recibió una esmerada instrucción de su padre, de profesión comerciante, pero muy entendido en literatura latina y francesa, y en diferentes ramas de la ciencia.
André-Marie resultó ser un niño prodigio y a la edad de 12 años ya poseía sólidos conocimientos acerca de las matemáticas básicas conocidas en la época que le tocó vivir, ciencia que continuó fortaleciendo hasta llegar a dominar el cálculo diferencial e integral. Su educación la completó, de forma autodidacta, devorando con su lectura los libros de la biblioteca familiar.

Después de la Revolución Francesa, Ampère se convirtió en profesor de ciencias en Lyon y en 1808 pasó a desempeñar el cargo de inspector general del sistema universitario en París. Ejerció también como profesor de física y filosofía. En 1826 fue nombrado catedrático en la Université de France, cargo que desempeñó hasta su muerte.

En 1820, a partir del experimento de Hans Christian Oersted,2 estudió la relación entre magnetismo y electricidad. Descubrió que la dirección que toma la aguja de una brújula depende de la dirección de la corriente eléctrica que circula cerca y dedujo de esto la regla llamada “de Ampére”: si un hombre está acostado sobre un cable conductor; la corriente, que va por convención de más a menos, lo atraviesa de pies a cabeza; mientras observa una aguja imantada. El polo norte de esta aguja se desplaza entonces a su izquierda. Esto es ejemplificado también en la regla de la mano derecha: si se separan los tres primeros dedos de la mano derecha de manera que el dedo corazón indique la dirección del campo magnético y el pulgar la del movimiento, entonces el índice indicará la dirección por la que circula la corriente.

De las leyes de Ampère, la más conocida es la de la electrodinámica, que describe las fuerzas que dos conductores paralelos atravesados por corriente eléctrica ejercen uno sobre otro. Si el sentido de la corriente es el mismo en los dos conductores, estos se atraen; si la corriente se desplaza en sentidos opuestos, los conductores se repelen. Describe igualmente la relación que existe entre la fuerza de corriente y la del campo magnético correspondiente. Estos trabajos fundan la electrodinámica e influyen considerablemente en la física del siglo XIX.

Ampère interpreta el fenómeno del magnetismo con la teoría de la corriente molecular, según la cual innumerables partículas minúsculas, cargadas eléctricamente, estarían en movimiento dentro del conductor. Esta teoría es rechazada por los científicos de la época y no se impone hasta sesenta años después gracias al descubrimiento del electrón. Además de su trabajo sobre la electrodinámica, intenta explicar ciertos fenómenos químicos con la geometría de las moléculas y emite, al igual que Avogadro, la hipótesis de que el número de moléculas contenidas en un gas es proporcional a su volumen.

André-Marie Ampère fue titular de la cátedra de Física general y experimental del Collège de France, sucediendo a Louis Lefèvre-Gineau y siendo reemplazado por Félix Savart. Inventó el galvanómetro, el primer telégrafo eléctrico y, junto a François Arago, el electroimán. Fue gracias a Ampère que se dieron a conocer los términos corriente eléctrica y tensión eléctrica.

André-Marie Ampère sentó así las bases de la electrodinámica demostrando la creación de campos magnéticos cuando la corriente eléctrica atraviesa un conductor y la estrecha relación existente entre ambos fenómenos, es decir, entre la electricidad y el magnetismo. La aplicación práctica de la electrodinámica se convirtió después en algo fundamental para el desarrollo de la ciencia y la técnica a partir del siglo 19.

Ampère fue también el primero en llamar a la “corriente” eléctrica por ese nombre y en medir la intensidad de su flujo utilizando un instrumento que él mismo construyó y que más tarde tomó el nombre de “galvanómetro”.

André-Marie Ampère falleció en Marsella, Francia, el 10 de junio de 1836. En su honor se adoptó el “ampere” y su símbolo (A) como unidad de medida de la intensidad de la corriente eléctrica. Algunos países de habla hispana emplean también la palabra «amperio» para designar esta unidad de medida, aunque lo correcto es «ampere», de acuerdo con lo estipulado en el Sistema Internacional de Medidas.

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